27 de marzo de 2016

Propuesta para educar en la postmodernidad

En esta ocasión se nos pregunta cómo educar en la postmodernidad, tomando en cuenta los valores y tendencias que caracterizan a esta filosofía/condición/época histórica (Colom Cañellas, 1997, p. 9; Lyotrad, 1991, p. 4; Marcos, 2010, pp. 95-99).

         En principio quiero adoptar una posición pragmática y realista: la forma que toma la educación en este momento, esto es, la manera en que tomamos parte en procesos de aprendizaje, ya sea como alumnos (en esta maestría), ya sea como docentes (en la UAEM), esta es la forma de educar en la postmodernidad. Nos encontramos en una transición, en un cambio de tiempos (Ugarteche y Martinez-Ávila, 2013, p. 25), por ello coexisten todas las formas educativas que podamos encontrar en este preciso momento.

         Ahora mismo conviven prácticas conductistas, constructivistas, instrucción tradicional, salones invertidos, todas las formas de e-learning; asimismo, existen aulas digitales, aulas digitales móviles, escuelas con solo uno o dos salones, donde conviven alumnos de todos los grados de primaria, etc. Esta diversidad de prácticas debería interpelarnos y llamar nuestra atención sobre la pluralidad educativa de nuestros días; tal diversidad puede ser más o menos deseable, pertinente, eficiente o eficaz (Evia Rosado, s. f., pp. 1-2), según se piense, pero más allá de eso, esta diversidad es actual, real.

         Ahora bien, no todas estas prácticas se encuentran orientadas según las características profundas de la postmodernidad, o alineadas con sus premisas. Uso aquí los términos “características profundas” y “premisas” para evitar hablar de valores de la postmodernidad, pues por definición la condición postmoderna combate y critica las metanarrativas que sancionan el sistema axiológico del que abrevan las instituciones modernas (Bosch Caballero, 2003, p. 27; Ortiz Millán, 2011, pp. 307-310). En consecuencia, cabe la reflexión acerca de lo que es viable en materia educativa una vez que asumimos nuestra existencia postmoderna: ¿qué perspectivas se abren?, ¿qué funcionaría mejor?, ¿cuáles objetivos orientarán la educación?, etc.

         En este cambio de tiempos me parece que la mejor forma de educar empieza por desmontar las metanarrativas asociadas al profesor y al alumno: el primero ha sido visto como el poseedor del conocimiento, el guardián del saber humano, el que enseña; el segundo ha sido visto como el receptor disciplinado del conocimiento, el que merced a un arduo proceso (vivido de preferencia en silencio) se apropia del conocimiento que le transmite el profesor. En un mundo en el que el acceso al conocimiento se encuentra a un clic de distancia, estas concepciones acerca de los actores que toman parte en el proceso educativo se han vuelto claramente obsoletas.

         Así, es momento de hacer que los estudiantes asuman su responsabilidad sobre el aprendizaje que desarrollan, de modo que la educación deje de gravitar en torno al rol del profesor en la práctica, pues sabemos que en el discurso los estudiantes ya son el centro de atención en la educación contemporánea. Con estudiantes y docentes corresponsables podrían conseguirse las aspiraciones constructivistas de aprendizaje significativo, desarrollo de habilidades metacognitivas y construcción cooperativa de conocimientos (Ertmer y Newby, 2013, p. 58).

         Como segundo punto, me parece pertinente reconocer el tipo de sujetos que somos, tanto nosotros como nuestros alumnos, y para esto no necesitamos citar autores o haber leído literatura especializada: disponemos de dispositivos móviles que portamos todo el tiempo, como ejemplo de una revolución tecnológica que trasmina todas la esferas de nuestra cotidianidad. Esto implica que nos encontramos en una suerte de formación permanente, constantemente estamos siendo educados, y aunque el hecho no es nuevo, el uso de tecnologías de la información y comunicación (TIC) potencia esta situación. Ha muerto la falacia de que escuela tiene el monopolio del conocimiento y de la información útil para la vida; por eso es tiempo de usar la tecnología y la formación permanente de maneras creativas, para que coexistan con las prácticas y objetivos de la escuela, mientras esta siga existiendo, pero también es momento de empezar a trabajar para un futuro sin escuelas.

         Se reclama el que la escuela se haya quedado rezagada con respecto al avance tecnológico, y en general frente a la dinámica vital de la sociedad contemporánea; pero vemos que sigue existiendo la educación, si bien ha cobrado formas diversas y novedosas. Probablemente uno de los grandes retos de la postmodernidad sea dejar de lamentar las crisis y obsolescencia de la escuela como institución, y emprender acciones para que la educación per se nos ayude a hacer trascender lo mejor de nuestra cultura humana, ya sea gracias a la escuela o a pesar de ella.

 Es un gusto compartir ideas con ustedes. Gracias por leer, ojalá puedan comentar.

@LeopoldoBasurto

Referencias

Bosch Caballero, M. del C. (2003). El reto de la escuela posmoderna: El papel de la educación en la era de la información. El Guiniguada, 12, 25-36. Recuperado de http://acceda.ulpgc.es/bitstream/10553/5466/1/0235347_02003_0002.pdf

Ertmer, P. A y Newby, T. J. (2013). Behaviorism, Cognitivism, Constructivism: Comparing Critical Features From an Instructional Design Perspective. Performance Improvement Quarterly, 26(2), 43-71. doi: 10.1002/piq.21143

Evia Rosado, C. (s. f.). Eficiencia, eficacia y contradicciones en las instituciones de educación superior. Recuperado de
         http://publicaciones.anuies.mx/pdfs/revista/Revista56_S1A2ES.pdf

Lyotard, J.-F. (1987). La condición postmoderna (2ª. ed). Buenos Aires: Cátedra.

Marcos, A. (2010). Ciencia y acción: Una filosofía práctica de la ciencia. México: FCE.

Ortiz Millán, G. (2011). ¿Depende la moral de la religión? En Vasconcelos, H. (coord.). Valores para la sociedad contemporánea: ¿En qué pueden creer los que no creen? México: UNAM.

Ugarteche, Ó. y Martínez-Ávila, E. (2013). La gran mutación: El capitalismo real del siglo XXI. México: UNAM-Instituto de Investigaciones Económicas.

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